Es
el ejemplo más claro de cómo se puede inventar un santo con ignorancia y buena
voluntad. En 1781, llegó una caja con reliquias no identificadas a un convento
de monjas en París. Las reliquias se habían desenterrado de las catacumbas de
la plaza Denfert-Rochereau. El remitente de la caja (desde la misma ciudad)
había escrito sobre la caja «Spedito» (‘correo expreso’), probablemente para
acelerar su envío. Las monjas supusieron que las reliquias pertenecían a un tal
«san Spedito». Otra versión de esta historia tuvo lugar en Nueva Orleáns
(Estados Unidos). La capilla de Nuestra Señora de Guadalupe recibió un gran
envío con varias estatuas de santos, una de las cuales no poseía ninguna
leyenda identificatoria. Sin embargo, como la caja decía «expedite», los
destinatarios decidieron que debería ser el nombre de un santo.
En
la hagiografía que le inventaron dice que el momento de su conversión se le
apareció un cuervo (ave que -como está científicamente comprobado- representa
al demonio), el cual lo seducía a no convertirse al cristianismo al grito de
«cras cras cras», que en latín significa ‘mañana’. Expedito respondió: «¡Hodie
hodie hodie!», que significa ‘¡hoy!’ y luego aplastó al cuervo con el pie
izquierdo. Podían haber elegido un inicio menos cruel, pero de tanto ver a San
Jorge matando un animal en extinción se inspiraron y les pareció una buena idea.
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