Transcribo este interesante texto tomado de Eric Berne en el que se imagina la reacción de un marciano ante el cuento de Caperucita Roja:
Si
la abuela estaba tan imposibilitada, ¿por qué la madre la dejaba vivir sola en
una cabaña tan lejos?
Pero,
si tenía que ir Caperucita, ¿cómo es que su madre nunca le había advertido que
no se detuviera a hablar con los lobos?
En
el cuento queda claro que a Caperucita nunca le habían dicho que aquello fuera
peligroso. En realidad, ninguna madre podía ser tan estúpida, o sea que parece
como si a la madre no le importara mucho lo que pudiera pasarle a Caperucita, o
quizás incluso quisiera deshacerse de ella.
Y
tampoco hay ninguna niña tan estúpida. ¿Cómo podía Caperucita mirar los ojos,
las orejas, las manos y los dientes del lobo y seguir creyendo que era su
abuela? ¿Por qué no salió de allí lo más rápidamente que pudo?
Y
además ¡vaya una niña mezquina!, ¡recogiendo piedras para meterlas en la
barriga del lobo! De todos modos, cualquier niña sincera, después de hablar con
el lobo, indudablemente no se habría parado a coger flores, sino que se habría
dicho: “Ese hijo de perra va a comerse a mi abuela si no consigo ayuda
deprisa”.
Ni
siquiera la abuela y el cazador están libres de sospecha.
Si
ahora tratamos a los personajes de esta historia como a personas reales, cada
una con su propio guión, veremos cómo se enredan sus personalidades de una
forma que resulta evidente desde el punto de vista marciano.
1.
Es indudable que la madre está tratando de perder a su hija “accidentalmente”,
o por lo menos quiere acabar diciendo: “¡Es terrible! Hoy en día no puedes
siquiera pasear por el parque sin que algún lobo...” etc.
2.
El lobo, en vez de comer conejos y cosas así, obviamente está excediéndose, y
debe saber que por ese camino acabará mal, o sea que debe de querer crearse
problemas. Evidentemente leyó a Nietzsche o a alguien parecido cuando era joven
(si podía hablar y ponerse un gorro, ¿por qué no habría de ser capaz de leer?),
y su lema era algo así como “Vivir peligrosamente y morir gloriosamente”.
3.
La abuela vive sola y no cierra su puerta con pestillo, o sea que tal vez esté
esperando que pase algo interesante, algo que no podría pasar si ella viviera
con su familia. Quizás por eso no se trasladó a vivir con ellos, o por lo menos
en una casa próxima. Probablemente era lo bastante joven como para desear
aventuras, ya que Caperucita todavía era una niña pequeña.
4.
El cazador es obviamente un libertador que disfruta manipulando a sus enemigos
vencidos y ayudando a dulces niñas: claramente se trata de un guión
adolescente.
5.
Caperucita dice al lobo muy explícitamente dónde puede volver a verla, e
incluso se mete en la cama con él. Evidentemente está jugando al “rapto”, y
acaba muy contenta de todo lo que ha pasado.
La
verdad es que todos los personajes del cuento buscan acción a casi cualquier
precio. Si se toma en sentido literal el saldo final, todo este asunto era una
maquinación contra el pobre lobo, por la que se le hacía creer que era más
listo que nadie, utilizando a Caperucita de cebo. En ese caso, la moraleja de
la historia no es que las niñas inocentes deberían apartarse de los bosques
donde hay lobos, sino que los lobos deberían apartarse de las niñas de aire
inocente y de sus abuelas; en resumen, un lobo no debería pasear solo por el
bosque.
Esto,
además, suscita la interesante pregunta de qué hizo la madre aquel día después
de librarse de Caperucita…”