Estimada Cristina:
No me voy a detener en hacer
un panegírico de los aciertos de sus gestiones anteriores por una cuestión de brevedad
-no porque no le haya quedado eternamente agradecido por las mejoras que su gestión
produjo en mi calidad de vida- y porque son por todos conocidos.
Dicho esto, entraré en la
primera cuestión que me ocupa: la designación de Daniel Scioli como su sucesor
en las elecciones de 2015. Este es un hecho que hasta el día de hoy me
desconcierta y del que ni siquiera puedo imaginar las motivaciones. Scioli
consolidó su carrera política actuando de comodín y con los votos de otros
(Carlos Menem, Néstor Kirchner) y cuando se presentó de candidato a gobernador fue
en una elección que ya estaba ganada para cualquier candidato del FPV que
contara con el apoyo del presidente. Scioli era el gobernador que venía
gestionando cuando Néstor Kirchner perdió en la provincia y el kirchnerismo ganó en el resto del país; podría suponerse que
cuando Scioli ganó fue por la gestión presidencial y cuando el ex presidente
perdió se debió en parte a la mala gestión de Scioli en la provincia. Con posterioridad,
este gobernador demostró en forma pública sus diferencias con el kirchnerismo
en varias ocasiones. Si bien debo reconocer que el tiempo le dio a usted la
razón al haber bloqueado las pretensiones presidenciales de Florencio Randazzo,
había en ese momento otros posibles candidatos que eran verdaderos
kirchneristas y tenían mejor imagen que dicho gobernador. Usted misma afirmó que
“en el año 2015 perdimos las elecciones presidenciales en segunda vuelta y por
escasa diferencia, con el mayor salario en dólares de Latinoamérica -que
representaba más del doble del salario actual-, con una inflación que era menos
de la mitad que la actual” y con un candidato como Mauricio Macri. Hoy resulta
contrafáctico afirmarlo, pero estoy convencido que habríamos ganado esas
elecciones si el candidato hubiera sido otro. Algunos de sus partidarios
medianamente paranoicos (entre los que me incluyo) pudimos haber supuesto que había
algo que
no se podía conocer en esta cuestión de la elección de un mal candidato: la
amenaza de un carpetazo, una alianza secreta con determinados grupos del
establishment, etc. etc. El hecho innegable es que hasta hoy no lo pudimos
saber.
La segunda gran decepción para
los kirchneristas – que usted como una lúcida analista
de la realidad y la política no podía ignorar- fue la elección de Alberto
Fernández como candidato a la presidencia. La frase repetida una y otra vez en
etapas previas a este anuncio “con Cristina no alcanza y sin ella no se puede” sirvió como justificación para que este ex
funcionario del gobierno de Néstor Kirchner que se fue de su gobierno por sus
simpatías con Clarín, que en las elecciones legislativas apoyó a Florencio
Randazzo, que en un momento formó parte del espacio de Sergio Massa (partido que
le votó al gobierno de Mauricio Macri leyes reñidas con los principios del
peronismo, le prestó candidatos, etc.), que dijo pestes de usted en cuanto
programa del multimedios concentrado apareció frecuentemente como invitado y
que no iba a aportar votos propios, fuera impuesto por usted como candidato a
presidente.
Teniendo en cuenta que usted
no ignoraba quienes son Alberto Fernández y Sergio Massa (no debería ser
necesario recordar como éste último los ensució a usted y a Néstor en la
embajada de EE.UU.), no se entiende como pudo concertar una alianza con esta gente.
No me parece que se pueda justificar por el temor a que este sector se aliara
con el macrismo, porque pocos votos podrían haber aportado, aunque esta
afirmación corre por mi cuenta y es solo mi opinión que puede resultar
discutible, de modo que cabe analizar otras posibilidades. Es necesario
reconocer que existía la posibilidad cierta de que, en caso de presentarse
usted como candidata a la presidencia, una tercera fuerza del estilo del
movimiento que en su momento armara De Narvaez (y con muchos nombres repetidos)
llegara a terciar en la elección y se volcara al macrismo en una potencial
segunda vuelta. Si esta era la premisa que orientó su decisión, cabe
preguntarse como evaluó usted las posibles consecuencias de la alianza con la
dupla Fernández - Massa.
El rumbo que iba a tomar un
gobierno encabezado por Alberto Fernández y secundado por Sergio Massa era para
muchos –y me incluyo- completamente previsible: “todo para el pueblo” mientras
no se toquen los intereses del establishment. Y hacer este pronóstico fue fácil:
ningún multimedio sacó a relucir un carpetazo contra estos dos políticos
mientras le pegaban a usted y a los ex funcionarios, representantes y
simpatizantes del kirchnerismo hasta hartarse. Decir que usted no advertía todo
esto es tratarla de ingenua, y suponer que creyó el verso de que se puede
desarrollar una política populista sin tocar los intereses del establishment es
subestimarla: usted sabe mejor que nadie que eso es –cuanto menos- una
fantasía.
Dicho todo lo anterior, surgen
preguntas que nunca fueron respondidas. ¿Qué esperaba usted de un gobierno encabezado
por Alberto Fernández? ¿No estaba entre sus previsiones lo que sucedió y nos
llevó a perder las primarias -cosa que a pocos parece importarles- y a una situación
económica apremiante para las clases baja y media que sí le importa a la
mayoría y que se vio reflejada con claridad por los resultados electorales obtenidos? ¿Le
parece correcto que algunos sigan esgrimiendo la excusa de la pandemia dados
los actuales resultados de la macroeconomía?
No creo que a usted se le
escapen las consecuencias de la continuidad de las políticas de este gobierno: como
van las cosas, es totalmente previsible una derrota en las generales de medio
término y –lo que es más grave- la vuelta del neoliberalismo en las elecciones
de 2023.
Quienes votamos a Alberto
Fernández en 2019 lo hicimos en el entendimiento de que usted iba a ser la
garante de las políticas populares y progresistas que sostiene el kirchnerismo,
y que su rol de vicepresidenta apuntaba a reemplazar al actual presidente en
caso de producirse una desviación –a mi entender previsible desde el principio-
de los principios antedichos por los que votamos y a los que sostenemos.
En mi opinión, que creo compartida
por un sector importante del kirchnerismo y que poco se expresa en público por
considerarla antidemocrática o políticamente incorrecta, el actual presidente
debe renunciar de inmediato y usted debe asumir la presidencia. Es la única
alternativa que permitiría la posibilidad de revertir el resultado de las
próximas elecciones y garantizaría resultados favorables para 2023. Le aclaro
que no pierdo de vista la posibilidad cierta de que el massismo y el albertismo
remanente se pasen al otro bando, pero me parece más grave la continuidad de
una situación política que se basa en la hipocresía, porque nos va a mantener
inmersos en una situación de nunca acabar, y porque considero que a largo plazo
los costos serán menores que los beneficios.
Hugo
Alberto López
D.N.I.
12.359.371